Hoy teníamos muchos planes pero hemos tenido que abortar la mayoría porque una lluvia casi torrencial (exagerando un poquito) ha estado todo el día molestando de forma intermitente, cobrando fuerza justo en las horas en que nos animábamos a salir. Las vistas desde nuestra ventana eran algo así como tristonas, ¡Ay! con el ajetreo y el colorido que hay cada día…
Aún así, hemos sido valientes y hemos desafiado a la lluvia. Hemos comenzado nuestro paseo húmedo viendo cómo cae la lluvia dentro del Panteón (uno de los deseos de Chicosolitario), pero no se apreciaba demasiado la verdad, y hemos llegado hasta Piazza Spagna y Piazza del Popolo que resplandecían a pesar del día gris.
Menos mal que a última hora de la tarde el cielo nos ha dado una tregua y hemos podido pasear tranquilos y cenar en uno de esos restaurantes con encanto de la zona de Piazza Navona. Son callejuelas fascinantes, te transportan a un estado embriagador muy parecido a la felicidad. Amo estar de vacaciones aquí, a pesar de la lluvia.
No hay medicina que no cure lo que no cura la felicidad. – Gabriel García Márquez