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LECCIÓN 4: Sanando la herida materna

En esta lección vamos a ver:

  • ¿Qué es la herida materna?
  • Las 4 funciones una madre
  • Ejercicio 1: Describiendo a mamá
  • Ejercicio 2: Qué repito de mamá
  • ¿Cómo puede manifestarse la herida materna?
  • ¿Cómo empezar a sanar esa herida?
  • Ejercicio 3: La carta
  • Ejercicio obligatorio: Meditación para cerrar ciclos
  • Otras propuestas para elaborar la herida materna
  • Bibliografía
  • Descargables

Antes de comenzar la lectura, te voy a pedir que te dediques un par de minutos a conectar con tu pulso, con tu centro. Así podrás despertar esta información en ti y todo el trabajo que hagas será más provechoso.

¿Qué es la herida materna?

Todas venimos de madres, que han sido criadas por madres que por diferentes motivos personales, sociales, culturales, conscientes e inconscientes, no han podido estar muy presentes.

La realidad es que tenemos madres que tampoco han sido muy contenidas, ni muy acompañadas, a veces ni miradas ni tenidas en cuenta.

Estas situaciones muy habitualmente se perpetúan en el tiempo de nuestro linaje femenino.

Y ten en cuenta que la relación que tienes con tu madre y también con tu abuela materna (pues tú ya eras un ovocito en el ovario de tu madre cuando esta era gestada por tu abuela, es decir ya estabas en el vientre de tu abuela) deja una huella profunda en tu niña interior, ya que los primeros años de vida, desde que entramos en el vientre de nuestra madre hasta el primer septenio, ella es nuestra gran maestra de vida, nuestra diosa sagrada.

Dice Laura Gutman:

<<¿Por qué nuestra mamá no pudo satisfacer toda necesidad milimétrica que manifestamos siendo niños? Porque mamá ha tenido una infancia de desamparo y soledad –como mínimo- entonces también utilizó mecanismos de supervivencia cuando fue niña, y -en ese afán por sobrevivir- fue cortando los lazos hacia su propio mundo interior, para no sufrir. Resulta que la abuela materna la pasó peor, la bisabuela aún peor y así, en una cadena transgeneracional de dominación, luchas, guerras, conquistas y heridos por doquier.>>

Nuestra madre es nuestra primera gran maestra de vida, ella es la que atiende nuestras necesidades, con quien aprendemos a confiar en lo que viene de nuestro cuerpo, porque nuestra madre lo respeta y lo atiende.

Esa primera relación con nuestra madre sirve como patrón para la relación con nosotras mismas.

Como hijas, absorbimos de nuestra madre información sobre lo que sentía hacía ella misma, lo que sentía hacia nosotras, y lo que sentía hacia el mundo.

Aprendimos a tratarnos de la misma manera que nuestra madre se trató a ella misma.

Pero como te decía, muchas veces las madres esta función sagrada de cubrir todas las necesidades de sus hijas/os no la pueden hacer porque ellas mismas no están conectadas a su propio cuerpo, no son capaces de sostenerse ni cuidarse a ellas mismas, por tanto no pueden sostener a sus criaturas porque venimos de generaciones y generaciones con heridas maternas que no han sido sanadas ni elaboradas.

Aunque ahora no podemos cambiar nada de lo que sucedió, qué importante es mirar esta primera relación de amor para poder elaborarla, para que tenga un impacto diferente en nosotras hoy.

¿Qué es exactamente la Herida Materna?

En pocas palabras podríamos definir la herida materna como:

La distancia que hay entre lo que yo esperaba de mi madre y lo que mi madre me dio.

La definió Bethany Webster pero muchas otras autoras como Allice Miller o Laura Gutman también hablan y trabajan con la herida materna.

La herida materna se transmite de generaciones en generaciones en culturas patriarcales como la nuestra, e incluye todos aquellos mecanismos de afrontamiento disfuncionales que utilizamos para procesar el dolor y las emociones negativas, tan propias del ego y de la cultura patriarcal en la que vivimos; Una cultura dominada por la energía masculina y donde la energía femenina es considerada “menos que”, no merecedora ni digna, algo que se ha internalizado y transmitido a través de innumerables generaciones de mujeres.

Las 4 funciones una madre

Según el autor Phillip Moffitt una madre debería cubrir cuatro funciones básicas que son:

  • Crianza
  • Protección
  • Empoderamiento
  • Iniciación

Puede producirse una herida o trauma en cualquiera de ellas. Son funciones que están íntimamente ligadas, pero para entenderlas mejor vamos a analizarlas por separado.

Poder indagar sobre estas cuatro funciones nos puede dar mucha información sobre las memorias negativas y programas que quedaron guardados en nuestro inconsciente en nuestra primera infancia.

(1) La madre es cuidadora

La primera de las cuatro funciones de una madre es la crianza, esto implica satisfacer todas nuestras necesidades (físicas y emocionales) de alimentación, sostén, confort, relación, vínculo, presencia, amor,… que son vitales para crecer y desarrollarnos.

Un niño/a que no ha cubierto bien estas necesidades básicas cuando se convierte en una persona adulta presentará dificultades físicas y emocionales, al igual que una malnutrición puede provocar problemas de salud más adelante en la vida.

Pero hay un aspecto sutil e importante en cómo debería ser esta crianza, y es lo que el autor denomina la crianza feliz. Se refiere a cuando la madre celebra la existencia del niño/a con deleite a cada momento. Algo que en la vida adulta nos proporcionará gran seguridad, autoconfianza y una alegría natural y espontánea que brilla por sí misma.

Si no recibimos estos cuidados básicos suficientes, de adultas podemos sentir una necesidad insaciable, una incapacidad de alegrarnos por los demás, o una falta de autoestima terrible, una gran inseguridad y podemos tener muchos miedos. Síntomas que pueden darse en la forma de relacionarnos con los demás, o con nosotras mismas.

Dice Laura Gutman sobre ello:

<<Si no hemos sido suficientemente amados ni nutridos por nuestra madre…creceremos con la esperanza permanente de que alguien nos alimente. A medida que vamos encarando relaciones personales durante la juventud o adultez, funcionarán siempre y cuando el otro satisfaga nuestras necesidades infantiles no satisfechas en el pasado. >>

(2) La madre es protectora

La segunda de las cuatro funciones de la maternidad es la protección.

Un niño/a necesita ser protegido del abuso físico, sexual y emocional, y de la posible amenaza de los tres.

Irónicamente, las primeras personas de las que debe protegerse a un niño/a son su madre y su padre y sus impulsos destructivos. Estos impulsos destructivos pueden manifestarse en forma de ira excesiva o inestabilidad emocional, por ejemplo.

Cuando una madre está cumpliendo con su rol de protectora está dándole a su hijo/a el gran regalo de la seguridad y la confianza en la vida.

Desgraciadamente es muy frecuente encontrar niños/as que viven en ambientes familiares donde no se sienten seguros, aunque no se les haga daño físicamente.

Y como nadie se da cuenta, nadie nombra ni pone palabras a esta situación, y al devenir adultos no podemos explicar estos sentimientos de inseguridad, de ansiedad, que persisten en nosotros/as.

(3) La madre empodera

La tercera de las cuatro funciones de la madre es empoderar al niño/a, debe alentarle y enseñarle autonomía y autoconfianza en sus capacidades y talentos.

Si una madre tiene autoconfianza consigo misma adquiere de forma natural un compromiso de preparar a sus criaturas con paciencia, generosidad y compromiso para que puedan desarrollarse en todo su potencial.

El empoderamiento se logra alentando la autonomía, y ofreciendo oportunidades variadas de estímulo y aprendizaje para el niño/a.

Enseñándole que podemos cometer errores y aun así seremos plenamente aceptados/as.

En detectar y observar sus intereses y talentos, y en saber acompañarlos con entusiasmo para que puedan desplegar todo el potencial que son y que han venido a desarrollar en el mundo.

¿Pero qué sucede si la madre no empodera a sus hijos/as?

Hay muchas madres que critican constantemente a sus hijos/as o no les permiten ser y los vuelven dependientes. Otras veces la madre está dispuesta a empoderar a su hijo/a pero le exige que sea como ella o le guía (o impone) un camino de vida que en realidad satisface su propio ego o sus propios deseos no cumplidos.

Esto no es empoderamiento, es una forma sutil de esclavitud.

Muchas madres no perciben la diferencia entre cuidado y protección y la función de empoderamiento, pero la diferencia es crucial.

Con el cuidado y la protección nuestra madre nos nutre, lo que hace es darnos (por amor incondicional) todo el tiempo, pero con el empoderamiento nos permite que encontremos nuestro propio poder y podamos ser nosotros/as mismos.

Por eso, cuando sentimos su aceptación y reconocimiento es cuando podemos ser independientes y libres, sentirnos seguros/as y ser capaces de lograr nuestras metas.

Esto me recuerda a un caso que tuve en consulta hace unos años. Estábamos trabajando mediante biografía humana la herida materna, y siendo mi paciente una persona adulta y exitosa, cuando me contaba un logro profesional por el que había aparecido en televisión en las noticias nacionales, su discurso era el siguiente:

“Todo el mundo me felicitaba por lograr algo tan importante y sin embargo mi madre no vio ni siquiera las noticias, no le importa lo que hago”.

Se trataba de una persona adulta, desde fuera parecía independiente y triunfadora, pero internamente seguía pendiente del reconocimiento materno. Ahí había una herida materna que sanar y elaborar.

¿Vas entendiendo un poco en qué consiste el trauma de la herida materna?

Si nuestra madre no nos empodera es probable que tengamos problemas de ansiedad, que nos critiquemos y juzguemos, que nos falte voluntad para conseguir los cambios que deseamos en nuestra vida, o que seamos demasiado perfeccionistas y exigentes para vivir con fluidez y seguridad.

(4) La madre es iniciadora

La cuarta función de la madre es iniciar, y es la más difícil de entender.

Es a través de los actos de iniciación que podemos sentirnos como un miembro valioso y bienvenido en nuestra familia y en el mundo.

A medida que crecemos y nos desarrollamos, es esta función la que nos proporciona la sensación interna de que nuestra vida tiene sentido, y en la adolescencia nos permite saber que tenemos el derecho de convertirnos en la expresión completa de nuestro ser.

También es la función de iniciación la que nos permite que podamos empezar a comenzar nuestra propia vida, desde la aceptación y la celebración.

Como niñas logramos la experiencia interior de la feminidad a través de la iniciación de nuestra madre, que lo hace a través de cómo ella trata su propia feminidad y la de su hija.

El padre también juega un papel clave en la iniciación al reconocer el poder de la niña y su derecho natural a convertirse en mujer.

Para un niño, es el padre quien es el iniciador principal de la virilidad, pero es la madre quien reconoce que el niño se está yendo de su lado para desarrollar su masculinidad. Ella entiende que esto es lo que debe ser, no un motivo de culpa, y ella apoya que traiga a casa "reemplazos de madres" en forma de amigas y novias. Al darles la bienvenida, reconoce su independencia.

Cuando la iniciación ocurre de manera clara y oportuna, es un proceso hermoso, aunque a menudo doloroso para los padres.

La mayor parte de la iniciación se lleva a cabo a través de símbolos, rituales y otro tipo de situaciones.

Para que una madre sea capaz de facilitar esta iniciación, debe haber recibido o encontrado la suya de alguna manera.

Y cuando no puede ofrecerla, entonces su hijo/a manifiesta sentimiento de culpa por crecer, muestra comportamientos infantiles, no madura, y no se siente preparado/a ni con derecho a ocupar su lugar en la vida.

Esta es la función de amor más incondicional de todas, pues la madre alienta una separación que la deja sin su hijo/a.

Ejercicio 1: Describiendo a mamá

En una hoja de tu cuaderno vas a describir a tu mamá, tu primera gran maestra sagrada, y vas a ir escribiendo sobre lo siguiente:

  • Lo positivo
  • Lo negativo
  • Lo que aprendes de ella
  • Lo que te aporta
  • Lo que te resta

Nota aclaratoria:

Si no tuviste madre, por diversos motivos, puedes hacerlo con la persona que consideres que es tu figura materna.

Ejercicio 2: Qué repito de mamá

Ahora te invito a que reflexiones sobre qué consideras que estás viviendo similar a la descripción que acabas de hacer de tu mamá.

Se trata de que escribas en el cuaderno los patrones o vivencias parecidas a las de tu madre, que puedas estar repitiendo o haber vivido.

Es un ejercicio que te puede ayudar mucho a reconocer tu herida materna y comenzar a elaborarla.

¿Cómo puede manifestarse la herida materna?

La herida materna puede manifestarse en nuestra vida adulta con estos síntomas:

  • No te sientes lo suficientemente buena en comparación con los demás.
  • Tienes una sensación vaga y persistente de que hay algo mal en ti y tratas de ocultarlo, o ignorarlo.
  • Sientes que debes permanecer pequeñita, no destacar, ni sobresalir, ni desarrollar tus deseos y potencialidades por miedo al fracaso y a la desaprobación, por miedo a dejar de ser amada y reconocida.
  • Te acompaña un persistente sentimiento de culpa por querer o desear más de lo que tienes actualmente.
  • Tienes una alta tolerancia a los malos tratos por parte de los demás.
  • No te cuidas emocionalmente.
  • Sueles ser incoherente con lo que sientes, piensas y haces.
  • Te sientes competitiva respecto a otras mujeres (es decir juzgarlas, cuestionarlas, deseo de superarlas,…).
  • Eres experta en el Auto-sabotaje (autojuicios, autocríticas) especialmente cuando avanzas hacia alguna meta que deseas.
  • Eres cruel contigo misma y con tu cuerpo, hay una dificultad de aceptación de tu cuerpo. Lo etiquetas, lo juzgas mucho.
  • Te sientes desconectada de tu cuerpo y/o sueles caer enferma con facilidad.
  • Eres demasiado rígida, exigente y dominante.
  • No sabes poner límites y tienes un sentido poco claro de quién eres.
  • No te sientes segura para expresarte y demostrar al mundo tu verdadero ser.
  • No te sientes digna o capaz de crear lo que realmente deseas.
  • Inconscientemente sigues esperando el permiso y la aprobación de mamá.
  • Padeces en algún grado trastornos alimenticios, depresión y/o adicciones.
  • Buscas inconscientemente lugares y personas donde sientes que te maternan.

¿Te sientes reflejada o reconocida en algunos aspectos?

Puede que te identifiques con algunos o muchos de estos ítems, tranquila es lo más frecuente, para todas.

Pero quiero que sepas que la herida materna es una gran oportunidad, como dice la misma Bethany Webster:

La Herida Materna no es algo que debamos evitar o sentir vergüenza, es una puerta a todo nuestro poder y potencial.

¿Cómo empezar a sanar esa herida?

Procesar el duelo

Ha llegado el momento de enfrentar el hecho de que nuestra madre no pudo y no va a poder satisfacer nuestras necesidades de la manera que necesitábamos y queríamos. Esto significa pasar por un proceso de duelo. Un duelo por la forma en que tuvimos de compensar y sufrir la herida materna.

En el proceso de duelo, tenemos la oportunidad de darnos cuenta del hecho de que si nos sentimos amadas o abandonadas no fue por nuestra culpa. Sólo entonces podemos abandonar la lucha para demostrar nuestra valía en el mundo.

En el proceso de duelo, también podemos tener compasión por nuestra madre y la carga que llevaba.

Nuestra madre solo podía amarnos de la manera que podía amarse a ella misma.

Dice Bethany Webster:

<<Es muy habitual ver cómo se pospone el duelo de la herida materna en mujeres que constantemente regresan al pozo negro de sus madres, buscando un permiso y un amor que ellas simplemente no tienen la capacidad de dar. En vez de completar este duelo, muchas mujeres tienden a culparse, y esto las bloquea.

Tenemos que lamentar que nuestras madres no puedan ofrecernos una iniciación que ellas nunca recibieron y embarcarnos conscientemente en nuestra propia iniciación.

Aunque seamos mujeres adultas, añoramos a nuestra madre. Puede ser desgarrador sentir este anhelo y saber que nuestra propia madre no puede satisfacerlo, aunque hizo lo que pudo. Es importante enfrentarse a este hecho y llorarlo. Tu anhelo es sagrado y debe ser honrado.

Dejar un espacio para el duelo es una parte importante de ser una buena madre para ti misma. Si no hacemos un duelo sincero de nuestra necesidad insatisfecha de cuidado maternal, inconscientemente interferirá en nuestras relaciones, causando dolor y conflicto.>>

Eres inocente

Es un reto reconocer ante nosotras de qué manera no fuimos amadas en nuestra relación con nuestra madre. Al recordar y ver lo cargada y abrumada que estaba pudimos pensar que éramos la fuente de su dolor.

Esta “hija culpable” puede mantenernos estancadas.

Una forma de liberar nuestra culpa es reconociendo la inocencia y legitimidad de nuestras necesidades infantiles.

Transforma tu madre interna

Ahora, nuestra tarea como mujeres conscientes radica en transformar la madre interna dentro de nuestra psique, creada a partir de nuestra madre biológica con sus limitaciones humanas, en la madre que siempre necesitábamos y queríamos.

¿Pero cómo hacerlo?

Conviértete en la madre que siempre quisiste tener, pero hacia ti misma.

Esto es lo que terapeutas como Carmen H. Rosety denominan “Parir a tu propia madre”.

De esta manera, serás capaz de aceptar las limitaciones de tu madre externa, porque esta nueva madre interna se convierte en la madre primaria con la que podemos contar, de formas en que quizás nunca hemos podido contar con nuestra madre externa.

Al sanar tu madre interna, transformas tu vida más allá de lo que puedas imaginar.

Al convertirnos en la madre “suficientemente buena” para nosotras mismas, nos liberamos no sólo a nosotras mismas, sino también a todos aquellos que conforman nuestra vida.

Ejercicio 3: La carta

Algo que se hace habitualmente en todas las terapias cuando trabajamos sanación de traumas o bloqueos de la infancia es escribir una carta a nuestros padres o personas de referencia.

Esto se hace porque realmente es muy liberador y transformador y puede ayudarte mucho a procesar adecuadamente cualquier duelo o pérdida.

PASOS A SEGUIR:

(1) Escribe la carta

Entonces te propongo ahora que escribas una carta a tu madre. Una carta sincera. Una carta en la que te des permiso para abrir la compuerta de cosas reprimidas de tu interior y puedas plasmar:

  • Todo lo que necesitabas y no obtuviste
  • Todo lo que querías decirles y no te atrevías
  • Todo lo que deseabas cambiar y no podías
  • Todo lo que no soportabas
  • Todos los temas pendientes

Hazlo sin autoengañarte, sin miedo. No te calles nada. No tiene por qué ser una carta educada, no pasa nada si a parecen cosas feas, o rabia o tristeza…

Consejo 1:

Antes de comenzar puedes encender una vela y utilizar el aceite esencial de geranio para ayudarte a liberar. Inhálalo y/o ponlo en el difusor.

Lo puedes acompañar del aceite esencial de lavanda también para relajar.

Consejo 2:

Esta carta forma parte de un proceso de sanación hacia tu madre interna, por tanto debe ser privada, solo tuya, nadie debe leerla por ningún motivo, ni mucho menos tu madre.

(2) Quema la carta

Quémala en algún recipiente donde puedas conservar las cenizas. Utiliza para ello la llama de la vela que has encendido.

Guarda las cenizas porque las usarás más tarde.

Ejercicio obligatorio: Meditación para cerrar ciclos

Como hemos visto es importante cerrar la relación que tenías hasta ahora con tu madre externa y convertirte en tu madre interna.

Se trata de reconocer la situación y hacer el duelo, aceptar lo vivido, y estar en paz con ello.

Para ayudarte en este proceso te propongo que hagas esta meditación de la mano de mi coach, Marta Salvat.

Esta meditación se puede utilizar para cerrar cualquier ciclo (con cualquier persona o situación) pero es maravillosa para cerrar el duelo con nuestros padres, de hecho la meditación está enfocada a nuestros padres. Aunque en este caso se trataría de hacer la meditación enfocada con tu madre.

Obviamente también existe una herida paterna, pero abordarla va más allá de los objetivos de este reto. Si tienes interés en que te hable de ella, hazme llegar un comentario y lo tendré presente para futuros talleres como este.

Puedes acceder a la meditación de Marta en youtube aquí.

Una vez que la hayas realizado, sal al exterior, busca alguna zona natural hermosa y deposita las cenizas de la carta que quemaste en el ejercicio anterior. Si lo deseas puedes dibujar con tu dedo un corazón o un pájaro que se aleja volando libre usando las cenizas como pintura.

Otras propuestas para elaborar la herida materna

Además te propongo algunos recursos para que sigas elaborando la herida materna:

(1) Sigue trabajando tu niña interior

Un paso importante es mirar la niña que fuiste. Como te propuse en la lección anterior, lleva una foto tuya encima de cuando era pequeña. Habla con ella a menudo, escúchala. Ella es tu brújula interna, tiene mucha energía y es inocente, pura y digna.

Ten en cuenta que puedes ver a tus hijos/as en la medida que puedes ver a la niña que fuiste, si no puedes mirar a la niña que fuiste porque mirarla te conecta con el enfado, con el miedo, con el desamparo que viviste, no serás capaz de conectar con tus hijos/as.

Es importante que reconectes con tu niña para poder conectar con tus hijos, sobrinos, con los niños/as que acompañas.

(2) Comienza a maternarte

Otro paso importante es que comiences a maternarte, date el permiso de cuidarte.

Ya sabes que lo que tu madre te dio ya pasó, más no te va a dar, porque no puede. Hay que soltar esa fantasía de que nuestra madre se dé cuenta y nos pida perdón. Porque si seguimos anhelando esto, seguimos con el enfado, no hemos cerrado el ciclo y no nos hacemos caso a nosotras mismas.

Debes saber que tu propia madre interna no te va a fallar.

(3) Recibe el Amor de la Madre Tierra

No sabes lo importante que es esto y lo poco que lo tenemos presente.

Conecta a menudo con la Madre Tierra, ella te sostiene, te ama, sin juicio alguno. Ella te recarga de energía y activa la madre en ti para ti misma.

Si activas la madre en ti para ti misma, también la tendrás disponible para tus hijos/as y para los demás. Serás capaz de sostener todos los procesos que sean necesarios.

Para acabar esta lección te dejo unas palabras inspiradoras de Bethany Webster que espero te animen a realizar todo el proceso que te he propuesto:

<<A medida que cada vez más mujeres sanamos nuestra herida materna y damos un paso firme y consciente hacia nuestro poder, encontramos por fin la iniciación que estábamos buscando.

Así nos volvemos capaces de iniciar, no sólo a nuestras hijas, sino, también a nuestra cultura, como un todo que está experimentando una gran transformación. Estamos siendo llamadas a encontrar en lo más profundo de nosotras aquello que no se nos dio.

Al reclamar nuestra propia iniciación mediante la sanación de la herida materna, juntas, al unísono, encarnamos cada vez más a la diosa que está dando a luz a un nuevo mundo.>>

Bibliografía

  • Laura Gutman: La maternidad y el encuentro con la propia sombra. Editorial Planeta.

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